domingo, 22 de marzo de 2009


La esperanza... el sueño del hombre despierto.

“Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar en Vancouver, mi hogar, con mi padre, hasta que hace unos años encontramos un pez con cáncer. Y ahora oímos que los animales y las plantas se extinguen cada día, desvaneciéndose para siempre”.- 3 de Junio, 1992. Clamaba Svern Culli-Suzuki a sus tempranos 12 años de edad.

Y ante un público representativo de la ONU en Río de Janeiro, hizo reprimenda a todos los adultos que llegaran a escuchar su mensaje. “Todo esto ocurre ante nuestros ojos y seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo que quisiéramos y todas las soluciones. Soy sólo una niña y no tengo soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las tienen.”

Una inocente en busca de enmiendas que todos hemos llegado a considerar posibles: “…sé que si todo el dinero gastado en guerras se utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones medioambientales, la Tierra sería un lugar maravilloso.” Problemas que existen desde hace tanto tiempo; ideal que mantenemos después de muchos años. ¿Qué ha pasado del año ’92 para acá? Parece que el discurso fue hecho el día de ayer. Nada ha cambiado…disculpen, sí ha cambiado, ¿para peor?





[Svern Suzuki en la conferencia de Medio Ambiente y Desarrollo "The Earth Summit".]

Hace poco me llegó una invitación a firmar una declaración por la paz. ¿Qué mueve a estas personas a participar en este tipo de organizaciones? El no envolvernos en el tema y de repente escuchar que existe nos da la idea de que figura como un absurdo, sin sentido. Aunque, el escuchar propuestas positivas de personas que sin fin lucrativo sólo buscan el bienestar social, logra motivar el espíritu optimista también.

Yo sí creo en la paz, o por lo menos quiero creer que aunque muchos no hagan el intento, sí es posible de alcanzarse. Todo empieza a partir de uno mismo. Sin embargo, por dentro nos constituye un caos de pensamientos, emociones, valores y anti-valores; formando una sociedad compleja en la que el bueno puede ser uno de diez, los otros nueve conmovidos por la perversidad, y de ellos alguno mantiene control sobre algún poder.

“Yo me comprometo…”. Hagámoslo por respeto a nuestras vidas. Si la minoría domina con infamia, crueldad y egoísmo; que la mayoría ejerza acciones y desarrolle conciencia. Todos queremos un mundo mejor, la diferencia es quién lo tiene presente, la esperanza sigue en pie. Somos mayoría.

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