martes, 20 de octubre de 2009

Novela Blog (parte IV)

El escenario era dantesco. Cuatro cabezas rodaban en el asfalto de la avenida Fernando Mireles, nombre del ex presidente considerado el capellán de la república, una de las más exclusivas del País.

El tema no era menor, la zona donde vivían los capitanes del empresariado de ciudad Manalí era atacada, retando a sus autoridades, por parte del crimen organizado.

Guillermo Gutiérrez Estrella aún continuaba con sus pensamientos en torno a Antonieta Hinojosa y Jorge Hernández Villa.

Veía el librero del primer mandatario, en éste encontraba un libro que le llamó la atención. “La paz de las tumbas”, escrito por Javier Valdez, connotado escritor mexicano con raíces argentinas y quien dirigía la red nacional de radio pública en el país.

En ello, el teléfono móvil suena.

-What happen with you, Mr. Gutiérrez?

Del otro lado de la línea, Brian Washington, encargado de las relaciones diplomáticas del Gobierno de las Colonias Emancipadas del Norte en Porfirio Santo, lugar en el que estaba la avenida Fernando Mireles.

-I know that happened in Porfirio Santo, este, eh…, four head appeared in the principal avenue…

-Yes, ¡but they were my group special!

Estaba a punto de estallar un conflicto diplomático. Cuatro agentes del Grupo Especial de Apoyo antinarcóticos de CEN habían sido secuestrados y decapitados por un grupo de la delincuencia organizada.

Washington, treintañero, de bigote prominente, enfurecido y manoteando detrás de la línea telefónica, pedía reunirse con Gutiérrez Estrella inmediatamente en Porfirio Santo, que el encargado de la seguridad nacional se desplazara hasta al sur para hablar con él.

Asentía. La reunión estaba pactada. Esa noche a las 20 horas en el domicilio de Francisco Mireles, gobernante de Porfirio Santo.

Mientras tanto, en Miguel Santo, municipalidad al sur de ciudad Manalí, el gobernante y el capo, los amigos, Juárez y Berrueto, se reunían. Nos la debían los cabrones. Llegaban Torres del Pino y Torres Martínez, padre e hijo, éste encargado del tránsito en una de las aduanas de ciudad Manalí.

-Sí, nos la debían, los putos

Misma ciudad, escasos kilómetros de distancia. Bandos diferentes.

Pueblo chico, infierno grande.

ARCHIVERO…

-CONFESIONES, una directora de una de las facultades de mayor peso dentro de la UANL, dijo en una charla informal de café a la mesa acompañada de connotados investigadores de otras partes del país: “Es evidente que lo eligió porque estaban en acuerdo, él pidió todo el apoyo de la Universidad hacia Medina; qué lástima que ganó Rodrigo, porque si hubiera ganado Elizondo nos hubiera dejado más en tranquilidad sin meterse con nosotros, dejaría de ser de adorno la mentada autonomía”; vaya aserto filosófico…