jueves, 16 de julio de 2009

...hasta diez.

La señorita Ira -mejor dicho, señora, pues seguramente ha de ser muy conocida por todos- es de quien hablaré hoy. ¿Por qué? Porque ella reina en nuestros pesares; en pequeñas situaciones de la vida busca hacer acto de presencia; porque cuando llega nos seduce con desfachatez y sugiere a cometer los peores actos. Porque hoy es un buen día para hacerlo y punto, ¡cómo no sacarle provecho a los eventos malos del día!

Sí, hoy me fue terrible, ¡la tal Ira se me apareció en más de tres ocasiones! y si recuerdo lo que pasó se me retuercen las tripas otra vez; mi garganta se cierra del coraje; tiemblo y siento en el pecho que mi corazón late con prisa; los músculos de mi rostro se tensan y creo que ya comienza a dolerme la cabeza; quiero gritar de impotencia y disfrutaría el decir a maldiciones frases que hagan entender a quien provocó la visita de la Ira a mi día que se vaya muy lejos junto con ella…No soy yo.

¿Debo temer? Me contaron que a la larga la Ira podría hasta llegar a ¡matarme! El enojarse es como fumarse un cigarro de vez en cuando, sólo que somos seres emocionales y el enojo por una parte no debería reprimirse, aunque la manera en que se manifiesta difiere de persona a persona. Fumar es otro cuentote, y al igual si les aconsejo yo y miles más de comunicólogos, que procuren mesurar sus emociones fuertes o que si no lo pueden controlar acudan a un psicólogo, en su mayoría, harían caso omiso.

Ya que descargué mi rabia a base de pláticas largas conmigo misma de que si era propio o no enojarse por tal o cual cosa, y jurarme que la próxima vez que ocurra alguna situación similar a la que provocó mi ira, ésta no me afecte y no logre hacerme explotar como en aquella ocasión; ahora sí, recuerdo que mi día no fue tan malo, realmente fueron más los momentos de risas y felicidad que los de enojo y frustración, -los últimos por poco injustificados.

No somos máquinas como para no sentir, pero por otro lado ¡para qué maximizar lo negativo! Envenena, nos torna agresivos, odiosos, rencorosos y amargados; aparte de agotarnos y dañarnos físicamente. La Ira es la puta de todos –ahí disculpe usté-, usémosla fríamente a beneficio propio y transformémosla en el coraje que necesitemos para brincar los obstáculos que se atraviesen en nuestro camino a la realización personal…¡ah! y para quienes no entendieron: enojarse afea.

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